LA MAGIA DE ORTEGA
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Cuál será la magia de Ortega, se deben haber preguntado los Jefes de Estado y de Gobierno, reunidos recientemente en Caracas para la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
Poco antes, el Presidente de Nicaragua, cual mago sacando conejos de un sombrero que poco antes había mostrado vacío al público, dijo que si en Nicaragua volvían a haber elecciones, él sacaría más del 70%.
Todos se deben haber sorprendido, en especial algunos como las Presidentas de Brasil y Argentina, y el Presidente del Uruguay, cuyas economías han venido creciendo vibrantemente y en pocos años han sacado a decenas de millones de la pobreza, y consecuentemente gozan de un sólido respaldo entre sus ciudadanos. En Brasil y Uruguay, Dilma Rouseff y José Mújica son sucesores de exitosos Presidentes de su mismo partido, y en el caso de Argentina, Cristina Fernández, fue reelegida constitucionalmente, pero en ningún caso, porque en esos países los votos se cuentan bien, con una cifra como la inventada por Ortega para sí mismo: el 62%. ¡Y ahora dice que llegaría a más del 70%!
Los presidentes mencionados se deben estar preguntando: si nuestros países están creciendo a más del doble de Nicaragua, hemos creado millones de empleos, y muchos más millones han salido de la pobreza en los últimos años, y ninguno de nuestros ciudadanos se siente perseguido y hostigado, ¿cómo es que no sacamos la misma votación de Ortega? ¿Cuáles son los recursos de magia de Ortega para convertir el bajo crecimiento económico, la anémica creación de empleos, y la persistencia de la pobreza, en votos? Ah, y eso que además cierra los espacios democráticos y reprime a las organizaciones políticas y de la sociedad civil. En Nicaragua, como en otros países, a las artes de la magia se les suele llamar trucos. Y ahí está la explicación a la pregunta que esos Jefes de Estado y de Gobierno se hacen: todo el reciente proceso electoral nicaragüense estuvo plagado de trucos, fue truculento, y las cifras electorales fueron inventadas por el Consejo Supremo Electoral (CSE), a la medida de los deseos de Ortega.
Como dijo Roberto Courtney, de Ética y Transparencia, con el actual Consejo Supremo Electoral (CSE), Ortega puede sacar el 110%, es decir, más de lo matemáticamente posible.
Lo que Ortega dice nos recuerda las elecciones soviéticas, y otras semejantes, en que los líderes del partido único obtenían el 99.9% de los votos. O Saddam Hussein en Irak, que en su última “elección” obtuvo el 99% de los votos. Pero hay un resultado positivo de la exageración de Ortega en Caracas: si alguna duda abrigaban algunos los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe sobre las denuncias de graves irregularidades en el proceso electoral nicaragüense, el propio Ortega se encargó de borrarlas.
El trompo en la uña
“Echate ese trompo en la uña”, es la popular expresión nicaragüense para requerir a un interlocutor que aclare o responda lo que es difícil aclarar o responder. Un amigo, experto en temas y estadísticas electorales, me dio unas cifras sorprendentes. Pues bien, con esas cifras, voy a invitarles a que se “echen el siguiente trompo en la uña”: en 2006, el FSLN obtuvo el 38%, es decir, 38 de cada 100 votos; el PLC, 26 de cada 100 votos; sumados el Movimiento Vamos con Eduardo y el MRS, que ahora se agruparon con otras fuerzas en la Alianza PLI para respaldar a Fabio Gadea, sacaron 34 de cada 100 votos; y los otros candidatos 2 de cada 100 votos.
Ahora resulta que Ortega dice haber sacado 62 de cada 100 votos; como la Alianza PLI se mantuvo prácticamente igual, pasando de 34 a 31 de cada 100 votos, y es el PLC el que perdió muchísimo, pasando de 26 a 6 de cada 100 votos, es decir perdiendo 20 de cada 100 votos, que son los que en términos generales supuestamente aumentó Ortega, la conclusión sería que la casi totalidad del PLC fue a votar por Ortega. Imposible.
¿Quién se quiere echar ese trompo en la uña?
¿Por qué se oculta información?
Dos hechos relevantes de la semana que termina vinieron a destacar las consecuencias negativas del ocultamiento de información de parte del gobierno. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), hizo público su informe anual sobre el panorama social de los países de la región. Destaca que el fuerte crecimiento económico de varios países, en especial de América del Sur, ha conducido a una reducción muy importante de la pobreza en la región, en particular en esos países de fuerte crecimiento. La noticia es alentadora, sobre todo porque ese resultado tan positivo proviene de la más sana de las fuentes de reducción de la pobreza: la creación de empleos.
No se puede decir lo mismo de Nicaragua durante el gobierno de Ortega. Sus voceros y medios de comunicación afines reclaman importantes progresos en ese frente tan importante que se toca con la vida diaria de tantos nicaragüenses, pero no hay ninguna prueba al respecto. En el informe de la CEPAL los datos oficiales sobre Nicaragua, llegan hasta 2005, reportando por cierto una no despreciable reducción de la pobreza entre 2001 y 2005, es decir, en los años previos al gobierno de Ortega. ¿Es qué no hay información más reciente? Sí la hay.
En 2009 el Instituto de Estadística hizo una Encuesta de Hogares de Medición del Nivel de Vida (EMNV), que es la fuente oficial de información para saber qué está pasando con la pobreza. ¿Por qué el gobierno no entrega la información? Mientras no demuestre lo contrario, la presunción es que algo tiene que ocultar, y no puede ser otra cosa que el hecho que la propia información gubernamental desmiente el éxito que Ortega y sus voceros reclaman en la lucha contra la pobreza. Por lo demás, si no ha habido durante el gobierno de Ortega una importante creación de empleos, no puede haber habido una reducción sostenible de la pobreza, porque todo lo demás, la reducción temporal de la pobreza con medidas paliativas, no es más que una “subversión estadística de la pobreza”, como recién escuché decir al ex Ministro de Economía de un exitoso gobierno sudamericano de izquierda.
Ese ocultamiento de información oficial que el gobierno está obligado por compromisos internacionales a hacer pública, ha conducido a que una fuerte multilateral de financiamiento esté condicionando desembolsos pendientes. Que no venga ahora Ortega a decir, como alguno de sus voceros ya lo adelantan, que esa consecuencia negativa forma parte de otra conspiración internacional.
Doble moral
A raíz de los sucesos de violencia inmediatamente posteriores al día de las elecciones, que tuvieron el saldo trágico de tres muertos opositores en San José de Cusmapa, y el Secretario Político del FSLN en Coperna, Siuna, dijimos categóricamente que para nosotros no hay violencia buena o violencia mala, y que sencillamente no debe haber violencia.
Reiteramos esa posición de principio ahora que se ha conocido del asesinato del Secretario Político del FSLN de una comunidad cercana a Mulukukú, y de un ataque a una pequeña estación de policía en el Triángulo Minero. Demandamos del Presidente Ortega que abandone su doble moral y adhiera a esa posición de principio, que ha sido reclamada también por respetables líderes religiosos y cívicos.
Hasta ahora, el Presidente Ortega ha hecho todo lo contrario. Tan solo el sábado pasado, en la mencionada reunión de Caracas, ignorando el fraude electoral y el uso de la violencia por parte de sus fuerzas de choque, habló de una conspiración en su contra que solamente existe en su mente.
Si las consecuencias de su intención de perpetuarse antidemocráticamente en el poder subvierten al país, es su responsabilidad.
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